Barcelona siempre ha sido una metrópoli cultural, pero en la última década se pagaron los platos rotos. Ahora parece que algo se mueve. Desde el público barcelonés, que ha reaccionado como nunca en la campaña Cap butaca buida. El sector privado también mueve pieza con el Teatro Principal y el público, con el Ayuntamiento en cabeza, en alianza con la Generalitat, se ha lanzado en tromba con el Teatro Capitol, la Foneria dels Canons y el Teatro Arnau, el teatro de barraca.

Este ímpetu tiene fechas y coincidirán con las obras de restauración de la Rambla, la primera gran obra en la principal arteria histórica de la ciudad, para recuperar y potenciar el triángulo virtuoso que va desde plaza Catalunya, La Rambla y Paral·lel.

El Capitol abrirá dos salas para la Mercè de 2027, el Arnau tomará forma a finales de 2026 y el histórico edificio de la Foneria dels Canons se convertirá en un complejo dedicado a la investigación, experimentación y desarrollo de proyectos artísticos y digitales, con un espacio expositivo abierto a la ciudadanía que dinamizará la parte baja del emblemático paseo barcelonés. Conllevará una inversión de 13 millones de euros de la Generalitat.

Ya no se fundirán cañones, ni las campanas de la Catedral, ni siquiera será un banco --lo fue del Banco de Barcelona--, sino que será un santuario de la nueva cultura.

El alcalde Collboni lo definió como "un paso adelante para consolidar y recuperar la Rambla como eje cultural de la ciudad”. Tiene razón, y añadiría: reforzar el Paral·lel que ha recuperado El Molino y la Sala Apolo.

En 2019, o sea hace cuatro días, el mundo del teatro estaba horrorizado y temeroso porque el talento estaba poniendo pies en polvorosa, y el cierre de salas era una constante. Ahora viven esperanzados y celebran la vuelta de Can Pistoles -el Capitol- y el Folies Bergère -el Arnau-.

La apuesta por la cultura es activa. No en vano este año la Creu de Sant Jordi la recibirán la artista visual Eugènia Balcells, la bailarina y coreógrafa Montse Colomé, la dramaturga Lluïsa Cunillé, la escritora Mercè Ibarz, el músico y gestor cultural Marc Lloret, el director de orquesta, Josep Pons, la cineasta Carla Simón y la actriz Loles León.

Por si fuera poco, también recibirán la Creu el Centre de Titelles de Lleida, la ya inolvidable La Cubana, Sabor de Gràcia, la icónica Federació dels Tres Tombs de Sant Antoni y la Venerable Congregació de la Mare de Déu dels Dolors de Vic. Sin olvidar a Josep Creuheras (Planeta) y Javier Moll (El Periódico).

El elenco es impresionante. Y lo que más me ha impresionado es que Salvador Illa --y no me cabe duda con las gestiones entre bambalinas de Jaume Collboni-- para reparar la ignominia que los señores independentistas de Junts y ERC, y los señores de la derecha y derechona española, PP y Vox, hicieron negando a Loles León la Medalla de Barcelona. Ha sido una reparación en toda regla que aplaudo con entusiasmo.

Creo que al triángulo virtuoso hay que sumar el Palau de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, porque impulsar la cultura es impulsar la ciudad, la capital de Catalunya. Bienvenidos el Arnau, el Capitol y la Foneria, que se sumarán a un entramado cultural que siempre latió a pesar del desprecio de las instituciones que miraban para otro lado.