La quinta forca de Barcelona, en dibujo

La quinta forca de Barcelona, en dibujo Ajuntament de Barcelona

Vivir en Barcelona

Si dices estas cuatro palabras, se te ve el plumero (y no lo puedes evitar): eres de Barcelona

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Hay expresiones que delatan nuestro origen, y en Barcelona, una de las más representativas es “Estaba en la quinta forca”. Esta frase, que usamos para referirnos a algo muy lejano, tiene un trasfondo histórico que conecta con una etapa oscura de la ciudad: la aplicación de la pena de muerte en la Edad Media.

En aquellos tiempos, las horcas eran una presencia habitual en Barcelona. Aunque muchas se instalaban de manera provisional, la ciudad contaba con cuatro ubicaciones fijas dentro de las murallas:

  • Pla de Palau, conocido como la explanada de las horcas, documentado desde 1382.
  • La Boqueria, llamada así porque era un mercado donde se vendía carne de cabra (boc).
  • Sant Antoni, un área muy concurrida en esa época.
  • Creu Coberta, en el límite con la antigua villa de Sants.

La “quinta forca”, el lugar más temido

Con el tiempo, se añadió una quinta horca, situada fuera de las murallas, en un lugar tan apartado que se convirtió en sinónimo de lejanía. Esta se ubicaba en el camino que conectaba el Vallés con el llano de Barcelona, en la actual Trinitat. Para la Barcelona medieval, aquello era casi el fin del mundo.

El propósito de situar las horcas en puntos estratégicos y visibles era claro: advertir a los visitantes y habitantes de las consecuencias de actuar como malhechores. Verlas desde lejos servía como un recordatorio de la severidad de las leyes de la época.

Un legado que perdura en el lenguaje

La práctica de la horca fue habitual en Barcelona hasta 1832, pero su huella ha perdurado en el idioma. Cada vez que decimos “Estaba en la quinta forca”, sin saberlo, evocamos ese pasado histórico. Es una expresión que no solo delata nuestra procedencia barcelonesa, sino que también conecta con una época en la que las calles de la ciudad estaban marcadas por estas macabras estructuras.

Así que, si alguna vez usas esta frase, no lo dudes: se te ve el plumero, y eres de Barcelona.