Los socialistas tensan la cuerda: “Nosotros también gobernamos en Barcelona”
El PSC de Collboni se ha conjurado para plantarse en todas las cuestiones en las que no esté de acuerdo con Colau, pero sin romper el acuerdo de gobierno
19 marzo, 2022 00:00Noticias relacionadas
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Cambio de rasante. Y con intensidad. Llegan curvas cerradas y todo es posible, aunque la voluntad es la de no romper el gobierno municipal, y llegar, con todas las cartas sobre la mesa, a las elecciones de mayo de 2023. El grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Barcelona, que lidera Jaume Collboni, ha puesto la directa con la intención de desmarcarse de todo aquello que no comparta del ideario de los comunes. El argumento que se defiende es claro: “Nosotros también gobernamos en Barcelona, no solo ellos, y defenderemos los proyectos que entendemos que son positivos para la ciudad”, según fuentes socialistas.
La voluntad del equipo de Collboni es que se genere una dinámica en la que empujen todos los sectores sociales, económicos y culturales favorables a la “Barcelona del sí”, sin que ello vaya en menoscabo de una mayor inclusión social y de los proyectos de sostenibilidad. Pero debe pesar la “proyección de la ciudad, la vocación de liderar grandes proyectos y la asociación con las iniciativas privadas que quieran colaborar”.
EN MINORÍA, PERO EL PSC GOBIERNA
Lo que ha cambiado es el tono y el deseo, ahora sí, de superar a los comunes en su propio terreno de juego. Los socialistas recuerdan a sus interlocutores, en todo momento, que están en “minoría”, ocho concejales frente a los diez que obtuvo Ada Colau. Pero ello no implica que el PSC no gobierne la ciudad.
Esa cuestión quedó de manifiesto este pasado viernes en el Círculo de Economía. Collboni presentaba la propuesta “del Ayuntamiento” sobre la internacionalización de Barcelona que pasa por nuevas rutas aéreas intercontinentales. Collboni, sin embargo, fue más allá al reivindicar la inversión prevista por Aena para amplicar el aeropuerto de El Prat, de 1.700 millones de euros. ¿Era la propuesta del primer teniente de alcaldía, o del candidato Collboni? La interpelación, aunque no en esos crudos términos, la efectuó un histórico del Círculo de Economía, Carles Cuatrecasas, al señalar a Collboni que él no manda en el consistorio, y que sus “buenos proyectos” luego no se cumplen, porque los para la alcaldesa Colau.
Y surgió una defensora de Collboni, la también histórica Anna Batllebó, para indicarle a Cuatrecasas que eso tenía una fácil solución: lo que se dirime ahora son proyectos y programas para Barcelona y los llevará a cabo el ganador de las próximas elecciones municipales, en mayo de 2023. Pero lo que ha cambiado, como admiten los propios socialistas, es que ahora el PSC “va a por todas y forzará hasta el límite para lograr todo aquello que defiende para la ciudad”.
SIN RUPTURA
Ahora bien, ¿puede haber ruptura? “No la habrá, porque desde la oposición no se hace nada, ni se ofrecen proyectos ni se puede comunicar lo que realmente se hace”, aseguran las mismas fuentes.
En todo caso, la división en el gobierno de comunes y socialistas irá a más en los próximos meses. Metrópoli ya lo avanzó hace unas semanas. A medida que se acerquen las elecciones, las diferencias y el debate subirán de tono. Las discrepancias llevan presentes desde hace tiempo y en muchos temas. "El gran cambio es que ahora se han trasladado fuera, se han hecho públicas. No vamos a dejar pasar ni una", afirman desde el PSC.
Para el PSC, lo más importante es cómo se hacen las cosas. "Hay que hablar con todo el mundo, con los que están a favor y los que están en contra de un proyecto. Nosotros preferimos hacer las cosas con solidez y rigurosidad técnica", apuntan fuentes del grupo que lidera Collboni. "El éxito de Barcelona radica en la colaboración público-privada pero con el liderazgo público", añaden. Al cierre de este artículo, Barcelona en Comú no había atendido a los requerimientos de este medio.
EL HERMITAGE Y EL AEROPUERTO, LOS PUNTOS DE INFLEXIÓN
El PSC apunta que los dos temas que han supuesto un punto de inflexión en las relaciones de los dos partidos han sido el Hermitage y la ampliación del aeropuerto. En el primero, los comunes se cerraron en banda a dar luz verde a la instalación del museo en la nueva bocana del Port, junto al Hotel Vela. Collboni intentó incluso una alianza con el Liceu para salvar el proyecto, que ahora está judicializado, pero ni así. La ruptura en este tema se evidenció con la negativa de Sanz de firmar el convenio con el Port de Barcelona para que el Hermitage fuera una realidad, un posicionamiento que los socialistas vieron precipitado. Ahora, con la guerra de Rusia y Ucrania, el proyecto ha quedado definitivamente enterrado.
LAS DISCREPANCIAS POR EL AEROPUERTO
Sobre el aeropuerto, los socialistas se muestran partidarios de ampliar las instalaciones para convertir Barcelona en un gran hub intercontinental. "Corremos el riesgo de perder el mercado asiático", apuntan desde el PSC. Collboni defendió hasta el último momento la necesidad de no dejar escapar los 1.700 millones de inversión que ponía sobre la mesa el Gobierno español, mientras que la alcaldesa y los comunes critican el aumento de contaminación que supondría la ampliación del aeropuerto y la afectación de la laguna de la Ricarda, una reserva natural. En agosto, Colau llegó a hablar del "pelotazo de toda la vida" sobre la ampliación aeropuerto. Y en una entrevista en El Periódico especuló con que detrás había "una operación inmobiliaria".
Pero ahora mismo, más allá del aeropuerto y el Hermitage, el principal foco de conflicto entre comunes y socialistas es la superilla del Eixample y el plan de usos que el partido de Colau quiere poner en marcha en el distrito. La división se hizo evidente esta semana en la comisión de Ecología Urbana y Urbanismo en la que el PSC se alineó con JuntsxCat y votó limitar la implantación a aquellas zonas donde se hizo la suspensión de licencias para ejes verdes de 2021 (es decir a aquellas calles en las que se construirá la superilla Barcelona entre 2022 y 2023: Consell de Cent, Rocafort, Comte de Borrell y Girona) y que se amplíe el plazo de alegaciones a cuatro meses.
PLAN DE USOS EN EL EIXAMPLE
Los socialistas ganaron la partida y se impusieron en la votación a los comunes. Si bien la proposición no es vinculante, si algo quedó claro es que Colau deberá negociar si quiere sacar el plan adelante en el pleno municipal. La idea de Colau es restringir en todo el distrito los bares y negocios orientados al turismo para proteger al comercio de proximidad y evitar la gentrificación. Sin embargo, desde el PSC discrepan. "No estamos de acuerdo en el ámbito de aplicación, todo el distrito. Pensamos que, por ahora, solo se tiene que activar en las calles que se pacificarán: Consell de Cent, Comte de Borrell, Girona y Rocafort". El PSC tampoco ve claro el tipo de negocios que se quiere restringir. "Estamos de acuerdo con el plan de usos, pero hay que pensar qué se limita. No es lo mismo poner coto a los badulaques -supers de 24 horas- que a un negocio de bicicletas".
La propia implantación de la superilla también genera debate. Los comunes van con mucha prisa para que las obras estén listas durante el primer trimestre de 2023. Si lo logran será uno de los principales trofeos ante sus votantes. El objetivo a largo plazo de Colau es que una de cada tres calles del Eixample sea un eje verde. Los primeros trabajos se ejecutarán en Consell de Cent, Girona, Rocafort y Comte de Borrell y la conversión en cuatro grandes plazas de las esquinas de la calle de Consell de Cent con Rocafort, Comte de Borrell, Enric Granados y Girona.
LICITACIÓN SIN PROYECTO APROBADO
Este jueves, Metrópoli ha explicado que las obras se han licitado sin estar los proyectos aprobados de forma definitiva. Para el presidente de la Cambra de la Propietat Urbana, Joan Ràfols, es una ilegalidad. Lo cierto, comentan desde el PSC, es que los comunes han visto que el tiempo se les echa encima y quizá no tengan lista la superilla para antes de las elecciones. Los socialistas no creen que este tipo de licitación sea una ilegalidad pero sí reconocen que es rara. "Si no lo hacen así no llegan al final de mandato con la obra acabada".
El PSC tampoco ve claro el modelo de superilla. "No puede ser una guerra contra le coche", dijo la regidora de Movilidad, Laia Bonet, que rechaza extender el modelo de superilla pensado para la calle del Consell de Cent a todo el Eixample. Para Bonet, la superilla planteada por Colau puede generar gentrificación y desigualdades entre calles y defiende que sea compatible luchar contra la polución y aumentar el verde con una movilidad sostenible. La propuesta de los comunes veta la circulación en línea recta en las calles afectadas, pero los socialistas plantean reconsiderar los giros obligatorios en las calles pacificadas. "Hay que hacer excepciones porque en algunos casos el giro obliga a recorrer seis manzanas para hacer un tramo de 150 metros".
EL PSC, EN CONTRA DE VETAR A MÁS COCHES EN LA ZBE
La lista de conflictos entre PSC y Barcelona en Comú es larga. Esta semana, al plan de usos del Eixample, se ha sumado la petición del concejal de Transición Ecológica y Emergencia Climática, Eloi Badia, de vetar los coches con la etiqueta amarilla B en la Zona de Bajas Emisiones. Para los socialistas, en cambio, ahora no es el momento de poner en marcha una medida así, con el 40% de los vehículos con esta etiqueta y con una guerra en Europa.
A lo largo de los últimos meses han discrepado, además, sobre la retirada de la losa de la ronda de Sant Antoni y el proyecto de reurbanización de la calle, la extensión del sistema de recogida de residuos Puerta a puerta a otros barrios de Barcelona tras las críticas aparecidas en Sant Andreu, el desalojo de un huerto okupa en el Baix Guinardó que era un foco de problemas, el chantaje con el que el Primavera Sound amenazó a la ciudad en diciembre antes de anunciar que abría sede en Madrid, el nombramiento como síndic de David Bondia, la elección de Jordi Cuixart como pregonero de Gràcia en 2021 y en la reforma del 22@. Los socialistas cedieron en la idea de que ya no podía ser un distrito únicamente económico y que era necesario construir más vivienda pública, con más equipamientos. Pero lograron que se incluyera un millón de metros cuadrados de techo económico en el proyecto final.