Escuela de pastelería Barcelona
Barcelona, el nuevo polo de atracción para jóvenes pasteleros del mundo: "El nivel de exigencia es más alto de lo que esperaba"
La Escuela del Gremio (EPGB) cumple 50 años y consolida a la capital catalana como referente en repostería, donde tradición e innovación se dan la mano
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"Barcelona siempre ha tenido un pastel para cada festividad", apunta Adrián Ruiz, profesor de la Escuela del Gremio de Pastelería de Barcelona (EPGB).
Ese arraigo cultural es, para él, uno de los ingredientes básicos que explica por qué la ciudad se ha convertido en un polo de atracción internacional.
Dos alumnas de la Escuela de Pastelería del Gremio de Barcelona (EPGB) en el obrador Barcelona
En el 50 aniversario de la escuela, su alumnado se ha vuelto más global que nunca. Jóvenes que llegan de México, Venezuela o Italia para formarse en un oficio que hoy se elige por vocación y creatividad, no por herencia. Así lo explica Ruiz a Metrópoli:
La tradición como punto de partida
La EPGB nació en 1975 como la primera escuela del gremio en Catalunya y, medio siglo después, se ha consolidado como una de las más prestigiosas de Europa.
Su programa combina clases prácticas en obradores profesionales (que concentra el 80% de las asignaturas del plan docente) con un temario teórico (el otro 20%) que abarca desde la pastelería clásica hasta las últimas tendencias.
Una clase teórica del primer curso de la EPGB Barcelona
En sus vitrinas conviven la crema catalana, los panellets, las monas de Pascua o los turrones navideños, emblemas de una cultura repostera que forma parte de la identidad local.
"Esa riqueza cultural es el punto de partida", explica Ruiz. "Pero siempre con la mirada puesta en lo que viene, porque el oficio cambia continuamente".
La escuela enseña a los alumnos a dominar las bases clásicas sin perder de vista que la pastelería es también un lenguaje de innovación. La filosofía es sencilla: quien aprende la tradición, está preparado para reinventarla.
Una alumna de la EPGB prepara la masa para unas galletas en el aula de amasado Barcelona
Una profesión en plena transformación
El perfil del alumnado ha cambiado radicalmente en los últimos 20 años. Si antes la mayoría llegaba por tradición familiar, hoy la motivación principal es la búsqueda de un oficio creativo con salidas profesionales.
"Antes el trabajo era muy duro, con horarios interminables. Ahora hay más respeto por la conciliación", señala Ruiz. "Y lo que marca la diferencia es la pasión".
Una alumna trabaja con chocolate blanco en el obrador del EPGB Barcelona
Los alumnos lo confirman. Leonardo, estudiante mexicano, llegó a Barcelona gracias a un convenio con su universidad en Monterrey: "Quería aprender en un sitio exigente y con reconocimiento, y la EPGB lo tiene. Estoy muy agradecido por ello".
La transformación del oficio se refleja también en las oportunidades laborales. Hoy un pastelero no solo puede trabajar en obradores tradicionales, sino también en restaurantes de alta gastronomía, cadenas hoteleras o proyectos emprendedores.
Adrián Ruiz, un profesor de la EPGB, en el obrador de la escuela Barcelona
Nombres popularísimos en redes como Cedric Grolet o Amaury Guichon, con 12,8 millones y 17,8 millones de seguidores en Instagram respectivamente, también han contribuido a profesionalizar la imagen del pastelero en los últimos años.
Del boom del macaron al auge de la bollería
El temario de la EPGB se revisa cada curso en función de las tendencias del sector. Hubo un tiempo en que el macaron fue omnipresente, y el boom del cupcake era lo que arrasaba en redes sociales. Hace cinco años fueron las cheescakes.
Hoy la bollería artesana y las fermentaciones largas concentran la atención, junto con la heladería, la cafetería de especialidad y la recuperación de recetas clásicas.
Una profesora de la EPGB trabajando en el obrador Barcelona
"El oficio se reinventa constantemente, y la formación tiene que ir por delante", resume Ruiz. "Hoy un pastelero debe saber responder a un cliente que pide sin gluten o con menos azúcar, y hacerlo con calidad".
El centro incorpora además formación en nutrición, dietética e intolerancias alimentarias, consciente de que la sociedad demanda postres más saludables sin renunciar a la excelencia técnica.
La marca Barcelona como reclamo
La ciudad es un ingrediente fundamental en el atractivo de la escuela. Para el profesor, Barcelona combina tradición repostera, innovación y un público con paladar exigente.
Un alumno de México prepara dulces en el obrador de la EPGB Barcelona
Esa reputación se ha traducido en alianzas internacionales. La EPGB mantiene convenios con centros en Europa y Latinoamérica, que permiten intercambios de estudiantes y profesores.
De este modo, Barcelona se consolida como un hub formativo en el mapa global de la pastelería.
Retratos de una generación internacional
La diversidad de nacionalidades en las aulas es una de las señas de identidad actuales. Cada estudiante trae consigo una tradición pastelera distinta, lo que convierte la escuela en un espacio de intercambio cultural.
Así lo cuenta Leonardo, de México: "El nivel de exigencia es altísimo, pero sé que eso me abrirá puertas. Mi sueño es volver a México y montar una pastelería-cafetería donde aplicar lo aprendido aquí".
Leonardo Ramos y Alexia Dibenedettom dos alumnos de la EPGB Barcelona
Alexia, otra alumna del centro, ha llegado de Venezuela y comenta que quedó "impresionada" con la "amplia cultura pastelera" de la capital catalana.
Ambos coinciden en que la proyección internacional de la EPGB les permitirá emprender con garantías en sus países de origen, llevando consigo una manera de trabajar que aprendieron en Barcelona.
Un sello que abre puertas
Entre restaurantes y pastelerías, el nombre de la EPGB genera confianza. Para muchos chefs y empresarios del sector, es sinónimo de rigor formativo. "Un alumno que ha pasado por aquí tiene una base sólida y eso se nota en cualquier cocina", asegura el profesor pastelero.
Láminas de almendra tostada en el obrador de la EPGB Barcelona
Ese sello es el mejor aval de la escuela. Sus egresados se integran con rapidez en el mercado laboral y algunos acaban liderando proyectos propios. En un oficio cada vez más competitivo, la EPGB funciona como una carta de presentación inmediata.
"Al final, lo importante es dar herramientas para que cada uno pueda expresarse en un oficio que es, sobre todo, pasión", concluye Ruiz.
Medio siglo después de su fundación, la escuela no solo forma pasteleros, sino que logra construir un puente entre la tradición catalana y la creatividad global.
Una alumna trabaja con chocolate blanco en la EPGB Barcelona