Cuando lean este artículo ya conocerán ustedes los resultados de las elecciones catalanas y les aseguro que estarán con calculadora en mano analizando diferentes escenarios. Serán horas de sobredosis de política y de aritmética para resolver quién ha ganado, y puede gobernar of course, quién ha perdido, quién se va y quién se queda.

De momento, nos quedamos con las encuestas a la espera del resultado final y de la supuesta foto finish. Con estas encuestas quiero poner el foco sobre la izquierda que representan los comunes. En 2015 rompieron el tablero electoral y amenazaron la existencia del PSC que resistió a duras penas en las municipales y recibió un severo correctivo en generales y autonómicas. 

En el terreno de juego de las generales todo fue bien hasta que llegó el Pedro Sánchez regenerado por las primarias de 2017 que le auparon al liderazgo del PSOE y más tarde a la presidencia del Gobierno tras una moción de censura. Ahí empezó el calvario para la izquierda del socialismo. Resistió, sobre todo porque mantuvo Ada Colau Barcelona hasta 2019, aunque en la batalla autonómica nunca levantó cabeza. Los resultados de 2021 no fueron buenos. Eso de cambiar de nombre en cada elección no ayuda. Pasamos de la legión romana CSQEP a En Comú Podem. No funcionó, pero se mantenía un cierto poder municipal. 

Eso acabó en 2023. Colau pasó a la oposición sin asumir el trágala de hacer alcalde a Jaume Collboni. Y el poder municipal quedó relegado a la nada. Solo las aldeas galas de Montornés y El Prat resistieron la debacle. Con las fuerzas mermadas, Jéssica Albiach acudía a estas autonómicas intentando aferrarse al mermado liderazgo de Yolanda Díaz con el apoyo de Ada Colau que se ha demostrado inexistente. Resultado, la representación parlamentaria reducida a la mínima expresión. La misma que el espacio que representan los comunes obtuvo en 1999. 

La izquierda del PSC siempre ha existido y siempre existirá y es bueno que tenga un liderazgo porque esos votantes que no se acercaran al PSC son básicos para formar gobiernos de izquierda. Lo tuvo claro siempre el PSUC y luego Iniciativa per Catalunya. Los comunes siempre aspiraron al sorpasso y se rompieron los puentes que daban vida a esa izquierda cuando las cosas iban mal dadas. Esa cultura política decayó con los comunes de Colau. 

La exalcaldesa ha estado desaparecida en campaña y su trabajo en el Ayuntamiento es de cero patatero. Forzó las elecciones catalanas, hizo fracasar los presupuestos del Gobierno de España y pretendió dejar en las raspas al consistorio barcelonés. Todo para quedarse tras las autonómicas reducidos a la mínima expresión, sin liderazgo y sin proyecto de futuro. 

Los comunes deben reflexionar y su futuro ya no pasa por Colau. Las urnas así lo certifican. Son menos en el Parlament y solo tiene representación en la provincia de Barcelona. El resto es un erial. Lógicamente, situar a Eloi Badia en Girona era una garantía de fracaso porque los paracaidistas no suelen obtener buenos resultados. 

Sería bueno para la izquierda que los comunes encontraran su camino porque sin este espacio, la izquierda tendrá problemas para lograr mayorías. Para ello deben abandonar sus veleidades y recuperar la cultura de colaboración que el PSUC desarrolló durante la transición y que heredó Iniciativa. La izquierda debe recuperar su espacio y buscar un nuevo liderazgo. Si no cambian se situarán en el precipicio y darán un paso adelante. Tras las catalanas sería conveniente ponerse las pilas en Barcelona.